Es mi pasado... fagocitando en este cuerpo mediocre y vulgar, gobierna una ciudad perdida, es mi mente...un castillo custodiado por oscuros y reptantes moradores, te presentaré cada una de las salas labradas de cristal donde mora una estatua de ónice, en cuyo rostro pétreo sólo hay dos cuencas vacías como podrían serlo sus vidas...y de ellas discurren incesantes lágrimas como los arroyos y cascadas que nacen de la fría piedra... ¿Te atreves a escuchar sus historias?
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martes, 12 de enero de 2010

El castigo de Medusa

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Un chirriar... el cuerpo de la más pequeña de las tres gorgonas yacía entre espasmos dolorosos con la mirada perdida en él, sólo en él y por él.

"Tu cuerpo se volverá acuoso como las escamas de los reptiles serpentinos, tu voz un estridente atronador que erizará los vellos de aquellos que persigan la inmortalidad y la gloria, tus cabellos, cada hebra de tu envidiable melena se perderá en los recuerdos de sus contempladores, pues solamente serán ahora  serpientes que gimen y que cubrirán tu corola, y de esa aberración, castigo profano ante la osadía de usar mi templo como lecho de tu promiscuidad, tus ojos serán dos abismos donde el miedo se desplegará con su verdadera forma encerrando la mirada indiscreta de los que osen mirarte. Tu nombre será un palpar de gritos y escalofríos con la vibración acentuada de tu ser." Medusa"

"¡Y tu sangre derramada formará los corales de los mares de tu condescendiente Poseidón! Pues como culmen a tu tragedia tu mortalidad enseñará a tus hermanas la insolencia de tu legado, ésta es mi sentencia a la justicia de mi palabra que declino sobre tí como la soberanía de Atenea."

La voz gutural de la profundidad de la gran estatua en honor a la diosa de la estrategia y la guerra cesó al igual que bajó sus párpados terminando su protesta. Entre los suspiros frenéticos desde la garganta lacerada de la doncella que se retorcía de dolor a sus pies, desposeyó la figura volviendo con un fuerte abanico de aire a los lindes del Olimpo, el pilar en memoria de la diosa ahora solo transpiraba respeto y frialdad propia de su talla.

Fuera, el cielo comienza a tronar a causa de una tormenta, la lluvia salpica sobre el colosal templo divino sabiendo que tras sus pilares y muros labrados de  frescos dorados representativos a la diosa, se encierran los gritos afónicos de lo que dará lugar a una de las criaturas guardianas de su recinto sagrado, la hija menor de infinitos cabellos de Forcis y Ceto ahora, transmutada en un ser grotesco y mortal capaz de causar la fatalidad con un cruce de ojos en los aventureros ansiosos o viajeros errantes que pisen la morada en pos de su ignorancia o sabiduría.


Siendo claro ejemplo de la ira de los dioses, ¿o la injusticia desaprobada de sus caprichos divinos?
Quizás fuese sólo una rabieta de la propia Palas Atenea.



domingo, 10 de enero de 2010

Episodio 2 - Al otro lado del Espejo -

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Oscuridad absoluta... Vacío eterno... el tiempo comprimido...


"Creo que pierdo el control de mí misma, no puedo retroceder... no no.." gemía abducida por el nerviosismo de una oleada repentina de desesperación...

Me encontraba en la más absoluta oscuridad, habia perdido momentáneamente el sentido de la orientación, mi percepción se habia nublado, no sabía si coordinaba ni hacia el norte, ni hacia el este...cualquier forma de luz era engullida en aquél abismo insondable. Mis pupilas eran dos vacios opacos que ni siquiera diferenciaban el abrir y cerrar de mis pestañas...
Avanzo como puedo, solamente soy consciente de ello al notar el contacto firme de mi calzado contra el suelo, pero no reproducía sonido alguno de eco, cualquier sonido emitido se había insonorizado en aquel... sea lo que sea lugar, espacio, momento. Mientras caminaba no visualizaba ninguna deferencia física, me parecía que cada paso me acercaba más a una tumba sin final, donde enterraría mi ser y catapultaría todo lo que sería de mí, "por favor ve algo Terra, algo verás algo..." susurré con el timbre quejumbroso por la agonía que me producía este momento... que parecía durar años.

Una diferencia... mis ojos perciben una diferencia... ¿o se han vuelto tan confusos que no disciernen entre lo real y la ilusión? Distingo una forma obtusa, ¡Si! El denso tizón negro decayó un instante y me detuve, esa oscuridad que parecian las entrañas de alguna bestia infernal se había diluido un grado imperceptible de claridad, seguí avanzando está vez casí empujada por la esperanza y el ánimo pues a cada paso rescataba una sorisa de mí aunque la oscuridad las ensombreciera. Mientras avanzaba se dibujaban formas en las sombras que pude disinguir con nitidez hasta que todo se redució en una ligera penumbra, un paso más y resonaron inhóspitamente de nuevo mis tacones sobre aquel espacio como si fuera una alentadora bienvenida por llegar a mi meta, golpeé suavemente el tacón contra el suelo y éste me contestaba con ecos que se perdían en la concavidad de aquella cámara. Ah si, era una cámara sombría, asque vuelvo en mí para prestar atención a mi alrededor... parecía que el tiempo y el olvido habían echo mella en cada una de sus esquinas y paredes, entonces las palabras de Artemisa me llegaron como una aparición... "el tiempo comprimido..." ¿Podría ser éste lugar? ¿O las tinieblas que me subyugaron era la nebulosa corriente del vacio que predica Nube de Oscuridad?
"¡Quiero salir ya de aquí! "grité con rabia... y mi voz se repitió perdiéndose entre los muros.

Busca...

Buscaré... me dije, y sin ánimo de intención miré hacia ningún sitio en particular y me acerqué a aquellos muros de mármol ceniciento buscando alguna pieza discordante en el paisaje. Si Luneth estuviera aquí conmigo, su inteligencia ya abría escapado a estas barreras, pero no... ¿Qué digo? esta historia la protagonizo yo, Terra Brandford hija de un ésper y una humana, sí esa soy yo... un monstruo a la que mis amigos muy lejos del odio hacia mi o compasión, incluso en su cálido afecto, albergan un miedo al que no puedo apartar como si fuese mi sombra.
Miré al techo y sobre mí colgaba una lámpara de velas derretidas, era una dos tres... doce velas sostenidas por unas varillas de metal, y ésta a su vez formaba parte de una base con forma serpentina bajo una anilla que la suspendia desde el techo, veo algo luminoso, una luz en lo más alto de ella, la anilla emitía destellos azules que santiguaban mi corazón, y sentí una bullición por mis venas... "magia" susurré, pues yo soy receptiva a ella, yo represento el renacer de la magia.
No perdí de vista aquella luz e inmediatamente dí vueltas por la habitación investigando los muebles, los objetos... colgada al fondo de una de las paredes habia una pintura griega de una señora cubierta de joyas azules vistiéndo su cuerpo desnudo, miraba de soslayo y en su brazo derecho sostenía una fina copa de cristal, no muy lejos de ella había una montaña de instrumentos musicales, acordeones, trompetas, flautas... todas bajo una capa de polvo al igual que todo lo demás, una librería llena de colorido parecía estar intacta en el otro extremo del muro, libros y copas desfilaban mezclados en tropel sitiados perfectamente en una hilera sobre otra más...nada extraño, aunque todo aquello lo fuese. No pasó mucho rato hasta que mi atención la recogió una estatua ubicada en una de las esquinas de la pared, hacia el otro extremo de ella. Era curiosa, una efigie de mujer de cabellos recogidos en una abundante trenza que caía insinuante sobre su hombro desnudo hasta el pie de su talla, ataviada con una prenda de un azul traslúcido sobre sus pechos de piedra y sus caderas. Se mostraba seductora, alzando su brazo derecho al aire enmarcando una posicion extraña con los dedos, su dedo gordo y corazón se estrechaban entre sí dándo la impresión de sujetar algo entre ellos. Cuando me acerqué y observé la escultura inmediatamente recordé una conversación con Luneth...

"A veces los más pequeños detalles nos pueden llevar a descubrir grandes piezas con las que poder encajar en un puzzle..." y volviéndose amí con una mirada brillosa y despierta propia de él me sonrió inocente.. "Estoy seguro de que encontrarás tu poder, yo no me equivoco"


"Así es Luneth..." afirmé para mis adentros, rápidamente lo encajé todo, ordenando rigurosamente las piezas en mi cabeza, recuerdo haber visto esa imagen ántes, miré por encima de mi hombro y me encontré con la pintura de aquella mujer ambiciosa vestida de joyas... ambas poseen actitudes similares, y me fijé en la posición de su mano, ésta alzaba una copa recatadamente en sentido de la abundancia, volví a mirar a la mujer de piedra frente a mí y a su mano con determinación... ambas muñecas se posicionaban exactamente igual, y lo que diferenciaba una de la otra era que ésta no tenía un vaso que aguantar... ¿Sería posible si? Si... voy a probar.
Con la excitación en mi paladar me dirijí al estante donde habían varias copas de cristal, comparé el vaso con el dibujado en la pintura y eran dos copias idénticas, entonces me situé ante la estatua y con sumo cuidado introducí el delgado pié de la copa en la abertura abierta entre ambos dedos de ella y... encajó perfectamente, pronto un dentellar metálico rompió el silencio la lámpara cayó produciendo un estruendo y con ella soltando la pieza brillante que resonó con un agudo tintineo, justo el sonido metálico cesó para dar lugar a un ligero temblor, la plataforma sobre la que se alzaba la pétrea mujer se activó y deslizó la escultura retrocendiendola hacia atrás y dejando al descubierto una entrada oculta a mis ojos.

Ántes de dar ningún paso, no sé porque me dí la vuelta... pero fuí a recoger el objeto de aquella luz marina, era un cristal azul del tamaño de una uña y con forma triangular... entre mis dedos lo giré a mis ojos arrancando intensos destellos azules de cada una de sus caras, sentí un bullir en mi interior mientras me incorporaba, la magia llama a la magia, y lo guardé en mi pañuelo envolviéndolo como a un caramelo para esconderlo entr los pliegues de mi bota.

Ahora volví sobre mis pasos hacia la entrada que se abrió mostrándome un subterráneo que descendía en desiguales escaleras...

Sumérjete...

"Me sumerjo en su interior..."








sábado, 9 de enero de 2010

Episodio alternativo de Terra

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Éste es un episodio personal de la propia Terra Brandford, modificando el escenario sin alterar el contexto del dissidia. Es mi versión psicológica sobre el terror personal de mi personaje favorito de Final Fantasy, algo más oscuro y sanguinario en un mundo echo por mí.

Destrucción total...


Destrucción total...


...Destrucción...total...

Ésas fueron palabras de Kefka que aún resuenan en mi cabeza como un estadillo de cristales rotos. "Potencialmente peligrosa" se mofaba, así me define él, así me definen todos,  así es como soy yo.

Llegamos arrastrados por la corriente de auxilio de Cosmos, la diosa de la armonía y el orden, en continua discordia con Caos su mayor rival durante edades y edades incluso antes de la primera célula humana. Él a su vez, convocó una legión de mortales e inmortales nada agradables y poco desconocidos. Cuando me encontré cara a cara con Kefka, vivo y de una pieza, un ser que respira crueldad tras esa máscara de payaso, sonriéndome burlonamente ante las llamas que el mismo Caos provocó...
Pero no duro ni un instante cuando lo comprendí, todos estamos unidos por un bien común, un objetivo final, una misión que cumplir decidida incluso muchos eones anteriores a nosotros para que lideráramos esta espera. No era algo que podíamos elegir o eligiéramos, era algo que debíamos de hacer mientras nuestro recuerdo perdure.

Eso es todo lo que yo sé, pero me había descarriado dividiendo mi camino y alejándome de mis compañeros por alguna extraña razón. Abro los ojos y me encuentro perdida sin entender demasiado la situación.

Ahora, pero... ¿Qué sitio es éste? Me duele la cabeza, dios. Abro y cierro mis manos para que entren en calor, siento frío. Entonces alzo la mirada y me absorto en lo que veo, las estrellas no brillan igual, son meros puntos de luz permanentes salpicadas sobre un cielo plomizo bañando aquél campo silencioso donde sus infinitas cimas no alcanzan mis ojos. Desconcertada cerré los ojos buscando alguna respuesta fugaz, una imagen, algún recuerdo que inundase de luz mi situación. Solamente recuerdo los gritos impotentes de Luneth "¡¡¡Terra vuelve en ti!!!" ah si y la burlona risa de Kefka "¡potencialmente peligrosa!" una y otra y otra vez. Estábamos todos reunidos y entonces sucedió algo.... Ah, sí, pero era algo que me estaba ocurriendo a mí bajo la atenta mirada de todos. Entonces Luneth me asaltó con los ojos desorbitados, Cloud y los demás me miraban con miedo. Recuerdo todas aquellas sensaciones y trozos de imágenes en mi cerebro sin sentido y sin orden, y lo siguiente, una profunda oscuridad. Ahora me encuentro en algún punto entre el cielo y el infierno, entre la realidad y la imaginación, entre los recuerdos y el olvido.

Estoy sola bajo este cielo falso, embargando este campo nocturno en una atmósfera siniestra. No conozco para nada este lugar, echo una mirada en derredor sobre mí y sólo veo un enorme llano custodiado por extrañas piedras grotescas que cubren la hierba grisácea. Eran peculiares pues tienen un aspecto antológico al parecer designadas por alguna extraña civilización o culto a alguna deidad que yo ignoraba. Pero me inquietaban, pues aquellos pilares de piedra parecían torreones impregnados de un aura que otorgaban -o eso me parecía a mí- la terrible sensación de estar eternamente vigilando, y aún así, ni el mínimo rumor del viento se dejaba asomar. ¿Dónde me encuentro entonces?
La presencia de aquellas rocas hace que dé un paso atrás. Si al menos estuviera Luneth conmigo. ¡Oh Luneth! Pero no, Cosmos, incluso su voz ¿no llega aquí?

Me obligo a apartar esos pensamientos funestos que taladran mi quietud, y haciendo amago de coraje  me adentro en aquel mundo imprimiendo mis huellas tras de mí y sellando el camino que he recorrido, arrastrando los granos que se incrustan en los orificios de mis tacones de los últimos enfrentamientos que saldé. Buscando una sombra donde resguardar y reposar mis pensamientos para ponerlos en orden, un sonido de batir de alas hace que gire sobre mí poniéndome a la defensiva. "no puedo dejarme sorprender, tengo que estar en continua alerta" susurré para reconfortarme.


Entonces me sorprende, estúpida de mi, una tenue luz plateada, aclarando mis esmeraldinos cabellos con el halo plomizo de su magia cautivadora. Una Luna, brillando gibosa desde lo alto, tan amplia que casi abarcaba todo el campo de visión, inclusos sus cráteres podían verse con perfecta nitidez desde mi altura, ¿cómo no pude verla? ¿tan desconcertada estaba? No lo entendía, humedezco mis labios sin dejarme caer en mi desfallecimiento, no, Cosmos está atenta a mí, seguro, así que levanto la vista y y comienzo a volar hacia donde me dirija mi rumbo.

Empezó a surgir maleza entre más piedras como las que había visto ántes, la maleza abarcaba hasta el infinito donde se perdían mis ojos, no veía el final... no.. ¡no tenia final!

Avanza...

(!!!!)

Me detengo de golpe levitando sobre mi, una voz... ¿Será Cosmos? Es posible, o quizás no. "Debes confiar Terra", me digo a mí misma, sí, confío en mí sea de donde fuere o provenga.

"Avanzaré" me dije, y emprendí el vuelo con más fuerza que antes. Seguí volando y volando sobre más maleza, entrecerré mis ojos manteniendo la vista fija y sin pestañear, en algún momento la maleza debía de parar, lo sé, estoy segura, y entonces pronto la maleza dejó de desplegarse hasta que mi velocidad llegó al linde de sus límites. Sin detenerme continué mi vuelo, pues vislumbré allá a lo lejos una construcción, un castillo... ¿sería este el castillo de la bruja Artemisa?

Cuando llegué me detuve sólo a unos pasos de aquellas colosales puertas de hierro. Era un fuerte que se alzaba como las antiguas ruinas aún en auge mostrando aún en aquel amparo suyo su  terrible presencia. Lo que había sido un gargantuesco castillo de fuertes cimientos y altos miradores que desafiaba las leyes de la regularidad y el orden. Su arquitectura militar incluso me recordaba al antiguo castillo de Fígaro, pero éste empequeñecía a su lado por la enorme concentración de poder que supuraba, tanto que constriñó todo mi cuerpo sintiendo los aguijones de la magia y el férreo gobierno que había sido.

Un profundo crujido sonó, era como si el mismo castillo se quejara de su olvido. Pronto sucedió un sonido de maquinaria en su interior, y una serie de golpes que iban desgranando algo muy pesado sacudiendo la tierra bajo sus cimientos y con ello a mí, mi corazón se encogió en un puño no por la sacudida, pero sí por aquella espera. Mientras se desencadenaba el mecanismo en mi cuerpo un sentimiento me estremeció hasta agarrar mi pecho, tuve la sensación de descubrir algo, pero no era algo que incumbiera ni a Cosmos ni a Caos ni a sus secuaces, era algo que estaría apunto de descubrir, y con ello... ¿Podría sentirme mejor? El sonido cesó y una de sus pesadas puertas se entreabrió unos centímetros.
"Una invitación a pasar" pensé.
Medité bien mis pasos justo antes de posar la mano sobre la fría superficie y sin el menor apoyo ésta retrocedió dejándome ver la oscuridad de su interior.

Entra...

Entré sin vacilación...

lunes, 4 de enero de 2010

El color Rojo

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Rojo es....

Roja es  la bella rosa vestida de pasión,
sus pétalos son poesía y sus bucles son candor.

Rojo exquisito el vino esencia de cristo,
cosecha dulce de estío y maduro ya el bebido.

Roja es la fresa cual suave muerdo
diole Afrodita en intenso deseo,
tiñendo escarlata las puertas de su aliento.

Rojo es el coral de arrecifes submarinos,
en torrentes castillos de colores sanguíneos. 

Rojo es el buche orgulloso
que pasea luciendo silvestre el petirrojo.

Rojo es el poniente cálido que torna apagado en ocaso,
cuando sus rayos apaciguan al mar ante el descanso. 

Roja es la vergüenza que enciende mis mejillas,
subiendo flamígera como espuma
gozan mi rozar tu piel desnuda.

Rojas son las  llamas del infierno en cadenas,
cautivo en tu reino al culpable condenas. 

Roja la sangre derramada es,
legados pasados y cenizas de avaricia,
reinos conquistados de nacidos libres,
diole preeminencia y rebelde osadía.

Nacido del gemelo señorío al que peligroso es tu sentido,
significado eres de afrenta, te ondeas en banderas,
carácter enérgico, gobierno en tu palabra,
y como mal necesario estigma campo de batalla.

Rojo poder milenario
¡que ha! ¡mis trémulas manos!
recorren su poder en mis venas;
y el de grandes hitos del pasado.
¿Por qué, por qué?
Bullicioso el colmar de tu ser,
y apacible el suspiro es.

sábado, 2 de enero de 2010

Una ventana a tu mundo...

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Hoy devolveré mis ahogados lamentos a su legítima dueña,
mis manos ásperas no disfrutarán de su último beso con mi sal derramada.
Puño en alto lancé promesas de amor ciego al fiel testigo de nuestra ofrenda,
cielo pródigo burlón de mi farsa, ahoga esta vergüenza como deficiencia de mi fidelidad.
 Sólo pido una ventana a su mundo capaz de mantener el hilo de este sufrimiento tornado en pasional delirio,
mis suspiros al cielo llueven transcribiendo evangelios para mí...
Sólo imploro derrotado un sorbo más de este vino pretérito que limpie mis ojos del vapor de sus brasas;
mi destino murió en tus manos, noche que juramos en campo santo ser fieles a este eterno sueño,
hoy no seré más tu escudero para robarte plegarias de amor eterno,
hoy no suspiraré al cielo seguir el aroma nacarado de tus cabellos,
hoy muero al igual que ayer pero menos que mañana ante la verdad perpleja de mi concesión voluntaria,
bañada con tus promesas áureas y tus besos de fuego dejando llagas de recuerdo en mi boca.

Cuando creímos ser sublimes en un mundo nuestro,
forjado con la pasión de nuestros cuerpos desnudos,
mi ser que tiene memoria con dulce lamento se resigna catapultando sin piedad tus recuerdos...

Me asomo escaldado por la ventana,
y será añil el deseo sentido que juglares cantarán a tus hijos lo que te amé;
Mi amor aún reverbera en latidos vibrando dulces gemidos en todo mi cuerpo, entregado a ti,
Me alimenta mi ego henchido de tus últimas palabras que un día jurastes con nuestra sangre, para mí, 
Es la sangre de esos niños ¡que podrían ser los míos! una cruel evidencia ante la traición que me niego a sucumbir;
Solo pido desolado una ventana a su mundo para amparar a mis ojos salados mi último adiós en silencio,
para ver tus cabellos de miel enredados entre ajenas manos que burlan mi recuerdo,
para ver tus ojos plateados que le miran extasiados sin mi yermo reflejo suspendido ente los dos;
tus labios, para verlos con gritos eufóricos rozar tu templo de íntimo aliento con el que bendices al cautivo.

Hoy soy consciente de esta tragedia, pero éste escozor el que mantiene vivo mi ardor,
rememora nuestro amor jurado siendo fiel testigo a nuestra historia vívida y latente ¡y firme!

Hoy muero por tu amor despojado bajo la triste evidencia que sucumbe a mi llanto
velando en lamentos tu sonrisa ardiente en mi recuerdo... y así,  
siendo fiel en memoria de el hombre que yo fui,
velo por esa sonrisa hundiéndome en este vórtice de locura por el saber que nunca jamás sonreirás para mí.